Bully Scholarship Edition (Xbox 360, Wii)
Publicado por
Hugo Correnti
miércoles, 17 de junio de 2009
Es ya costumbre por parte de las desarrolladoras nutrir al catálogo de algunas consolas con ports de las generaciones pasadas. Le ocurrió a X360, cuyos seguidores se sintieron más que contrariados al ver que la next-gen aún no había enseñado nada de su potencial, y le está ocurriendo a Wii, quizás por el abismo tecnológico que tiene frente a sus competidoras o porque aún los desarrolladores buscan cómo hacerse hueco en el terreno virgen que explota. De un modo u otro, ya hemos visto en juegos como El Padrino o Scarface y también en Okami, que no siempre se debe rechazar una conversión si se le presta la atención necesaria.
El caso del rebautizado Bully –después de litigios interminables por el polémico nombre- es especial por dos razones: la primera, porque es otro ejemplo como los ya expuestos, al que se la ha dedicado su tiempo para que encaje en todo su esplendor allí donde se le lleve; la segunda, porque después de mucho tiempo Xbox 360 recibe un imprescindible del catálogo de PlayStation 2.

Jimmy Hopkins, un nombre que nunca olvidarás...
A pesar de que en un principio fuese más recordado por la temática de su argumento que por el contenido en sí, no tardó en destaparse como un soplo de aire fresco al género del mundo abierto que la propia Rockstar abandera. Para más señas, Jimmy Hopkins es un chico al que su madre, en un arrebato de responsabilidad, interna en la rígida academia Bullworth con la esperanza de no darla más problemas. Con lo que no contaba era con el microcosmos que se había formado tras esas cuatro paredes, con sus grupos –todos ellos muy caricaturizados sobre estereotipos actuales-, sus costumbres, sus reglas, y la ley del más fuerte imperando sobre todas ellas.
Lo que diferenció al resto de abundantes propuestas en el género fue su lograda ambientación marca Rockstar, con su hilo argumental cinematográfico y sus diversas misiones secundarias, amén de la creación de una rutina en la que debíamos asistir –o no, a nuestra elección- a una serie de eventos obligatorios mientras el calendario escolar iba desarrollándose. Si a esto le sumamos los contenidos adicionales, que aunque moderados se agradecen, todos aquellos ávidos de una excusa para ponerse otra vez en la piel de Jimmy la han

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