Por fin llega a las tiendas el primero de la larga lista de survival horrors que deberían llegar al mercado a lo largo de este año 2008 (o principios de 2009, según los retrasos de rigor). Una lista que incluye tanto grandes nombres del género, con nuevas entregas de Alone in the Dark, Silent Hill, Resident Evil o Project Zero, como alguna apuesta menor que intentará hacerse un hueco, sirva como ejemplo Rainy Woods.
Condemned 2 ya entra, por méritos propios, en la primera clasificación. Su entrega original, que llegaría con el lanzamiento de Xbox 360 (y posteriormente se adaptaría a PC), conseguía meternos el miedo en el cuerpo de una forma que nos era ajena por aquel entonces. Monolith Software no se quiso regodear en historias de ciencia ficción, ni en situaciones claramente paranormales en otro plano de la existencia.
La clave de Condemned era el miedo a la realidad. Posiblemente, no hay nada que pueda dar más pánico que descubrir lo que se oculta tras las esquinas conocidas: un edificio de apartamentos, un metro, la calle… Mejor dicho, sí que hay una cosa que produce un mayor desaliento en una persona, y son los miedos internos; Condemned no sentía ningún tipo de escrúpulos a la hora de explotar la psique de su protagonista y reflejar esa tensión en el jugador.
No eran argumentos precisamente poco contundentes para un survival horror, el primero de la por aquel entonces nueva generación, que se permitía todos los lujos argumentales que quisieron introducir sus creadores. Por eso mismo, se esperaban grandes cosas de su secuela, en parte tras el desconcertante final del original. La promesa era que sería una secuela como debe ser: con más de todo.
Tras haber disfrutado de la versión final española para este análisis, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que efectivamente es un juego superior en todo a su predecesor. Más sustos, más niveles, más armas, más personajes, mayor complejidad argumental, sistemas de combate e investigación mejorados, más modos de juego… Pero vayamos por partes y
descubramos qué esconde Condemned 2 Bloodshot.
Un hombre huye por los pasillos de un hotel, corriendo por su vida, temiendo aquello que le persigue. Se esconde en una habitación y, a través de la mirilla, observa un espectáculo aterrador. La unidad de crímenes en serie (SCU) se moviliza ante una grabación extraña que reciben, y su primer paso será localizar a un hombre que consideran clave para llegar a buen puerto en este desconcertante caso.
El protagonismo del juego recae, una vez más, sobre Ethan Thomas, agente de la SCU. Es el hombre que buscan, pero no es el mismo de antaño. Algo en él ha cambiado, tras los sucesos de la primera entrega; ahora es un hombre atormentado, que se abandona a la bebida con frecuencia y suele tirarse en callejones lúgubres y llenos de basura a disfrutar sus resacas.
Su miedo interior le persigue, le obsesiona, le lleva a cometer actos ilógicos y le dificulta la diferenciación entre lo que es real y lo que no. Es un hombre roto psicológicamente que, pese a todo, acepta la misión, puesto que la grabación se convierte en una guía del camino que debe recorrer para acabar con sus
fantasmas. El héroe se ha convertido en un antihéroe que tiene un mayor peso argumental que su antiguo yo.
Condemned 2 ya entra, por méritos propios, en la primera clasificación. Su entrega original, que llegaría con el lanzamiento de Xbox 360 (y posteriormente se adaptaría a PC), conseguía meternos el miedo en el cuerpo de una forma que nos era ajena por aquel entonces. Monolith Software no se quiso regodear en historias de ciencia ficción, ni en situaciones claramente paranormales en otro plano de la existencia.
La clave de Condemned era el miedo a la realidad. Posiblemente, no hay nada que pueda dar más pánico que descubrir lo que se oculta tras las esquinas conocidas: un edificio de apartamentos, un metro, la calle… Mejor dicho, sí que hay una cosa que produce un mayor desaliento en una persona, y son los miedos internos; Condemned no sentía ningún tipo de escrúpulos a la hora de explotar la psique de su protagonista y reflejar esa tensión en el jugador.
No eran argumentos precisamente poco contundentes para un survival horror, el primero de la por aquel entonces nueva generación, que se permitía todos los lujos argumentales que quisieron introducir sus creadores. Por eso mismo, se esperaban grandes cosas de su secuela, en parte tras el desconcertante final del original. La promesa era que sería una secuela como debe ser: con más de todo.
Tras haber disfrutado de la versión final española para este análisis, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que efectivamente es un juego superior en todo a su predecesor. Más sustos, más niveles, más armas, más personajes, mayor complejidad argumental, sistemas de combate e investigación mejorados, más modos de juego… Pero vayamos por partes y

Ethan Thomas toca fondo...
Un hombre huye por los pasillos de un hotel, corriendo por su vida, temiendo aquello que le persigue. Se esconde en una habitación y, a través de la mirilla, observa un espectáculo aterrador. La unidad de crímenes en serie (SCU) se moviliza ante una grabación extraña que reciben, y su primer paso será localizar a un hombre que consideran clave para llegar a buen puerto en este desconcertante caso.
El protagonismo del juego recae, una vez más, sobre Ethan Thomas, agente de la SCU. Es el hombre que buscan, pero no es el mismo de antaño. Algo en él ha cambiado, tras los sucesos de la primera entrega; ahora es un hombre atormentado, que se abandona a la bebida con frecuencia y suele tirarse en callejones lúgubres y llenos de basura a disfrutar sus resacas.
Su miedo interior le persigue, le obsesiona, le lleva a cometer actos ilógicos y le dificulta la diferenciación entre lo que es real y lo que no. Es un hombre roto psicológicamente que, pese a todo, acepta la misión, puesto que la grabación se convierte en una guía del camino que debe recorrer para acabar con sus

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